Sin lugar a dudas, no abandonamos la perplejidad ante nuevos sucesos que nos dejan sin aliento. Sin casi darnos tiempo a recuperarnos de los horripilantes hechos acontecidos el pasado mes en Girona, una nueva tragedia ha consternado la ciudad de Terrassa y el país entero.

Y desde mi estado reflexivo, me preguntaba por qué tantas mujeres son asesinadas y por qué el esfuerzo desplegado hasta el momento, en todos los ámbitos, no está dando el resultado esperado, cual es la erradicación de la violencia o cuanto menos su disminución en nuestra sociedad. Y  como suelo hacer cuándo algo me inquieta, empecé a buscar quedándome con una respuesta dada por BERT HELLINGER – psicoterapeuta alemán- a la misma pregunta que yo me hacía.
BERT HELLINGER  respondió así en una entrevista:
» Víctimas de los hombres por centurias, las mujeres hoy miran a los hombres con rabia acumulada… y algunos hombres reaccionan criminalmente a esa mirada»
Lo cierto es que, ante determinadas miradas, podemos suponer aquello que tememos: un desprecio, un rechazo, una amenaza, la angustia que puede intranquilizar y disparar negativamente nuestras inseguridades…
Sea cual sea el tipo de violencia empleada en una relación interpersonal y especialmente dentro del marco de la violencia doméstica y como manifestación de la violencia de género, existe siempre la presencia de un » abuso de poder». En la medida que uno ejercita su poder sobre la otra parte, de manera reiterada, esa otra parte disminuye el suyo propio con lo que aumenta la posibilidad de ser violentada.
Los maltratos psicológicos pueden dar lugar a la violencia física; en especial, cuando la víctima no quiere someterse voluntariamente. Y en tal sentido, la conducta violenta se caracteriza por presentar una ACTITUD HOSTIL y paralelamente a esa hostilidad aparece la IRA.
El abuso de poder reiterado y constante disminuye el de la víctima, pero si la resistencia de la víctima al sometimiento aumenta, el ensañamiento del agresor también lo hace . En caso de agresores muy violentos, el miedo o la pérdida de su poder puede conducirles al asesinato.
En la reciente tragedia acontecida en Terrassa, el pasado sábado, no sabemos a ciencia cierta qué provocó tan terrible desenlace: si medió o no provocación, si la víctima había decidido abandonarle y él no lo soportó, si el agresor se suicidó porque había finalizado la » dominación» y para él la vida había dejado de tener sentido….
Sea cual sea la realidad de unos hechos que difícilmente podrán ser explicados desde su autenticidad, nuestra reflexión ha de ser sólo una : TRABAJAR INCANSABLEMENTE SOBRE LA SOCIALIZACIÓN PREVENTIVA DE LA VIOLENCIA DE GENERO para que ésta acabe desapareciendo como lacra de nuestra sociedad.