Se acerca la Navidad y con su mágica ensoñación, también el preludio de amores y odios, que se encuentran y entremezclan, abonados por el carácter de estas fiestas entrañables que, por tradición y elección, son consideradas, junto a las vacaciones de verano, como las más idóneas para compartir junto a la pareja y la familia.

Las relaciones de amor-odio no forman parte de aquello » anormal» o «irregular» no son excepcionales y sí, más frecuentes de lo que sería deseable, por más que cueste admitir su presencia.

Por definición, se les denomina relaciones disfuncionales.
Si bien en sus inicios, el romance amoroso preside la relación y la pareja es vivenciada como un ser ideal, con el tiempo, sus defectos se hacen notorios y cada vez nos gustan menos. Es entonces, cuándo las ironías y las indirectas cobran protagonismo generando un sentimiento de infravaloración y consecuente contradicción en uno de sus miembros, que transforma esta relación en otra dónde por momentos surge el amor y en otros la rabia y la aversión. En esta dinámica, uno de los miembros de la pareja se comporta de determinada forma con el otro y aumenta, a la vez, la motivación de su pareja para comportarse de idéntica forma.
Llegados a este punto y sin posibilidad de retorno, pocos son los que deciden dar por finalizada la relación. Lamentablemente, la mayor parte de ellos, faltándose o no al respecto, optan por seguir adelante creyendo que son felices. El amor inicial es sustituido, generalmente, por la dependencia emocional. Y tal dependencia emocional es la que permite a muchas de estas parejas seguir funcionando. Estadísticamente suelen ser relaciones muy apasionadas con buenos recursos por parte de ambos a la hora de sobrellevarlas.
Dependencia y emociones que, en situaciones de carácter festivo y proximidad familiar continuada, pueden conlleva a la exageración melodramática de esta rabia o aversión latente con un resultado, a veces, y lamentablemente, desafortunado.
Y es que – como grita Pepe Aguilar, en su canción – tengo el corazón equivocado por quererte demasiado«.